Finalmente, nada menos y nada más que el Presidente Morales suministro posesión a las máximas autoridades judiciales que fueron elegidas el año pasado, demostrando con este acto la absoluta sumisión del “nuevo” Órgano Judicial Plurinacional al Órgano Ejecutivo.
El artículo 12 de la flamante Constitución Política del Estado establece que “El Estado se organiza y estructura su poder público a través de los Órganos Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Electoral. La organización del Estado esta fundamentada en la independencia, separación, coordinación y cooperación de estos Órganos”. En un país donde la Democracia y el Estado de Derecho no fueran simples enunciados, se respetarían estos principios.
Todos en Bolivia sabemos que el Movimiento al Socialismo tiene el control total del Órgano Legislativo, por lo que haciendo uso de sus dos tercios ha designado a cuanta autoridad puede hacerlo desde ahí; incluidas las del Órgano Electoral, y ha aprobado –ya que ni siquiera para elaborar tiene iniciativa- cuanto proyecto de ley le ha mandado el Órgano Ejecutivo para consolidar así el monopolio del poder del Estado en las manos de Evo I, cual si fuera el Rey Luis XIV de Francia que dijo “El Estado soy yo”.
Ya el 18 de febrero de 2010, a un mes de asumir por segunda vez la presidencia Morales designo por Decreto Supremo 432 a 18 magistrados titulares y suplentes en el Poder Judicial; cinco autoridades de la Corte Suprema de Justicia, diez (cinco titulares y cinco suplentes) del Tribunal Constitucional y tres del Consejo de la Judicatura, que ejercieron sus cargos hasta ahora.
Si alguna virtud tuvo las elecciones judiciales 2011 fue que expusieron a los ojos de la población la toma del Órgano Judicial por parte del partido de gobierno y pintaron a las autoridades “electas” de azul. Ahora con la posesión de los magistrados pitufos, habrá consolidado dicho control sobre este Órgano y con él de la administración de justicia, función que ha sido instrumentalizada para utilizarla como guillotina jacobina.
Los llamo magistrados pitufos –aunque podía bien haberlos llamado maSistrados- no solo porque están vestidos de azul (color que representa el partido de gobierno), sino en especial por el tamaño de su legitimidad electoral, que en el mejor de los casos proviene del voto del 5% para el Tribunal Constitucional Plurinacional, 6% para el Tribunal Agroambiental y 9% para el Consejo de la Magistratura del Padrón Nacional Electoral respectivamente. Ya ni hablar del voto de las últimas autoridades electas que ni siquiera llegan al 1% de respaldo popular. Por su parte, el voto Nulo en todos los casos supero el 34%, el Blanco el 12% y la abstención fue del 20% del mismo padrón.
Además, la primera muestra de su tamaño la dieron al aceptar ser posesionados por Evo Morales, cuando lo natural sería que el Órgano Electoral –cuyo Presidente se ha demostrado es un ferviente militante del partido de gobierno- bien se hubiese prestado para camuflar este acto vergonzoso de sumisión. Inclusive a pesar, que el artículo 24 inciso 15 de la Ley 018 del Órgano Electoral Plurinacional dice que son atribuciones del Tribunal Supremo Electoral “Registrar candidaturas, disponer su inhabilitación y otorgar las credenciales a las candidatas y los candidatos que resulten electos, en los procesos electorales de alcance nacional” el Presidente del Estado Plurinacional en un acto caracterizado de soberbia dio por inaugurado un nuevo ciclo de la justicia boliviana.
Difícil es en estas condiciones, creer que la “nueva” justicia sea independiente e imparcial, pues lo único evidente es que seguirá al servicio del poder político de turno, hoy de los pitufos.
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