Las redes sociales se han convertido en el nuevo patíbulo del siglo XXI: un espacio donde la velocidad de la indignación supera a la verdad y la reputación puede ser destruida en minutos. Algoritmos que premian el impacto refuerzan burbujas y polarización, mientras el anonimato facilita la deshumanización. El texto llama a recuperar contexto, empatía y respeto para transformar estos escenarios en espacios de diálogo y justicia.