Que difícil hablar su uno de los principales anhelos de la humanidad, hoy consagrado como un derecho fundamental en la mayoría de los ordenamientos jurídicos internacionales. La dificultad radica en la profundidad y los alcances de las vertientes de la libertad, y la responsabilidad de su ejercicio.
No puede ser más adecuado que la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) haya decidido desde el año 2007 galardonar a notables hombres con el premio Libertad. El cardenal Julio Terrazas en el 2007, Alfonso Prudencio Claure “Paulovich” en el 2008 y ahora el padre José Gramunt de Moragas fueron elegidos para tan importante distinción, en el momento en que más se cuestiona la existencia de la libertad en Bolivia. En sus palabras, este prestigioso periodista aseveraba que desde su llegada a Bolivia (1952), este es el peor momento de nuestra historia.
No es accidental que el Presidente de la República un día antes de este importante acto, haya confesado lo que muchos venimos predicando desde las elecciones presidenciales del 2005; “ojalá desde diciembre de este año podamos tener realmente el poder (…) que tengamos el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial”. A confesión de partes relevo de pruebas, dicen los juristas.
¿Hay libertad, cuando alguien concentra el poder absoluto? NO, la respuesta es contundente. Entonces ¿Por qué hay personas que están dispuestas a ceder su libertad para que alguien concentre el poder absoluto? ¿Hasta dónde la libertad es un valor supremo del pueblo boliviano? Lamentablemente, estas y otras preguntas habría que trasladarlas al pueblo boliviano en su conjunto y seguramente la respuesta anónima y secreta a las mismas se reflejaran en el voto el 6 de diciembre próximo.
Quienes creen que en las elecciones de diciembre se debatirá los programas de gobierno están equivocados. En esta disputa electoral, lo que está en juego son valores fundamentales: libertad vs autoritarismo, democracia vs demagogia, abuso de poder vs estado de derecho. Ya no es, que están dispuestos hacer los candidatos por nuestro país, por nosotros. Si no, en que valores creen.
Qué ironía no? A 200 años de conmemoración de la gesta libertaría del 25 de mayo de 1809, sobre los bolivianos se pintan nubarrones de odio, confrontación, totalitarismo. Y lo peor es que nos encuentra más que nunca divididos, en una división artificialmente fomentada, alentada y alimentada desde el Palacio de Gobierno bajo la perversa lógica de “divide y vencerás”.
La libertad, es hermana siamés de la tolerancia, del respeto al otro, del reconocimiento de la diversidad. La libertad individual o colectiva termina, donde comienza la del “otro” individuo o colectivo de individuos, y por ende subyace al reconocimiento del “otro”. A la posibilidad de pensar y actuar diferente. Hasta Voltaire decía “No pienso igual que tu, pero moriría por defender tu derecho a pensar diferente”.
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