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Foto del escritorGamal Serhan Jaldin

El TIPNIS no se toca


Ese fue el lema de la VIII Marcha de los Pueblos Indígenas de tierras bajas en defensa de Territorio Indígena y Parque Nacional Isobore Secure (TIPNIS), que al igual que en 1990 logró arrancarle al gobierno de turno una Ley para cumplir la Constitución recién promulgada, ¿Qué ironía no?

¿Cuáles fueron los temas de trasfondo que afloraron a partir de esta marcha?

Lo primero que quedo claro es que los Pueblos Indígenas no se sentían representados por la wiphala; símbolo que el Movimiento al Socialismo intento imponer como bandera de victoria en la Nueva Constitución. La marcha tuvo a la tricolor boliviana y a una bandera blanca con la flor de patujú, como símbolo de diferenciación del partido de gobierno.


Lo segundo es que la categoría “indígena originario campesino”, tiene fuertes contradicciones en su visión del mundo y su relación con él. Tierra y territorio los separan. Los campesinos y los colonizadores (originarios migrantes) hablan de la tierra y los pueblos indígenas hablan del territorio. La primera es una concepción de usufructo y la segunda es una concepción de pertenencia.

Lo tercero fue la instrumentalización política de los Pueblos Indígenas por el partido de gobierno; en especial los 34 de tierras bajas reconocidos en la Carta Magna como Naciones y Pueblos indígena originario campesinos, pues sus demandas nunca fueron parte de la visión neo-colonial que tiene el jefazo y sus bases cocaleras.

Lo cuarto es que el Estado Plurinacional ha fracasado, pues los derechos de los Pueblos Indígenas solo se hacen efectivos -aunque parezca irónico- en el Estado Autonómico, donde se reconoce la representación de las minorías a través de sus usos y costumbres; es decir se reconoce la democracia comunitaria, y donde el territorio y la libre determinación de los pueblos indígenas tienen cabida a partir de la constitución de sus propias autonomías.

Lo quinto es que los únicos que querían que la construcción de la carretera que una a Cochabamba con Trinidad atraviese el TIPNIS son los colonizadores; en su mayoría productores de hoja de coca, que necesitan ampliar su frontera agrícola debido al agotamiento de las tierras del Trópico del Chapare, y la empresa constructora brasilera OAS que obtuvo de parte del Estado Boliviano un contrato de construcción que lo mínimo tiene vicios de nulidad por la irregularidades en la adjudicación expuestas por un informe de la Contraloría General del Estado y por la denuncias de sobreprecio expresadas por la Asociación de Ingenieros Eméritos de Cochabamba y la Sociedad de Ingenieros de Bolivia filial Cochabamba.

Lo sexto es que todo el TIPNIS es un área de reservas hidrocarburiferas susceptibles de ser exploradas y con alta probabilidad de encontrarse grandes yacimientos petrolíferos y gasíferos, a partir de los intereses que tiene el Brasil a través de Petrobras.

Lo séptimo es que Evo Morales es un avatar chuto y no tiene ningún compromiso de defensa de la madre tierra, porque desde el principio hasta su claudicación con la firma de la Ley de Protección al TIPNIS, no ha dejado de creer que los salvajes no han entendido que él quería el desarrollo para ellos y “para salvar su responsabilidad con la historia” ha dejado claro que son ellos los que se opusieron a tan magnánimo acto.

Lo último es que por solidaridad al principio, pero espero yo por convicción en el futuro, se ha generado una nueva conciencia verde en la población boliviana, que tendremos que estar atentos a la venganza porque todos somos TIPNIS.

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