Durante la revolución francesa, después de la Toma de la Bastilla el Rey Luis XVI les consulto a unos de sus generales si lo que estaba sucediendo era una revuelta, y el general le respondió que no, no era una revuelta, sino que era una revolución, marcando así el fin de una era y el comienzo de otra. Eso es exactamente lo que está pasando con la llegada de la inteligencia artificial Generativa, una revolución que marca el fin de una era y el inicio de una nueva.
Igual que fue la llegada de las máquinas de vapor, el uso de la electricidad y petróleo como fuente de energía, el desarrollo de la informática y la computación, la unión de la tecnología digital y física, generaron transformaciones económicas y sociales, producción industrial a gran escala, innovaciones tecnológicas sin precedente entre otros cambios fundamentales en cada época.
Por esta razón decidimos organizar, junto a Angélica Lazarte, con el patrocinio de Huawei Bolivia, el primer curso sobre inteligencia artificial para periodistas, que rebasó todas nuestras expectativas y fue una experiencia muy enriquecedora en todo sentido. De hecho, recuerdo las palabras del Padre Gregorio Iriarte O.M.I. (+) que decía que la mejor manera de aprender algo es enseñando.
Más allá del viaje que significo recorrer desde los inicios de la inteligencia artificial, hasta el uso de herramientas específicas para el uso de los periodistas, uno de los aspectos que me interesa relevar en esta ocasión es que toda revolución trae cambios importantes, y esta no es la excepción.
Cada vez que hay una revolución, un recurso que era escaso se hace abundante y otro recurso se hace escaso. Antes de la llegada de la inteligencia artificial generativa, la generación o producción de texto, imágenes o videos era una tarea exclusiva de periodistas, escritores, artistas, fotógrafos, diseñadores gráficos o realizadores audiovisuales, etc. Es decir, era una actividad exclusiva de quienes se dedicaban al tema en específico y se requería un nivel de experticia y conocimiento, por lo que era exclusivo y por ende escaso y preciado.
La aparición de todas las herramientas de inteligencia artificial para generar o producir textos, crear imágenes y editar videos como si fueras un experto, ha convertido este recurso, en un recurso al alcance de todos (o casi todos), sin tener conocimiento sobre el tema y por ende lo ha vuelto abundante.
Entonces, si la generación de contenido (texto, imagen y video) se ha vuelto abundante, ¿cuál es el recurso que se ha vuelto escaso?
Estamos viviendo una era, donde reenviar (cualquier texto, imagen o video) que nos llega, debe ser la actividad más rápida y cotidiana que realizamos, sin verificar si la información que nos han enviado a nuestros celulares es verídica o no.
De ahí la importancia de identificar, las fake news y los deep fakes, dos fenómenos preocupantes en el mundo digital.
Las fake news son noticias falsas diseñadas para engañar a las personas y propagar desinformación. Son elaboradas principalmente para generar confusión tratando de influir en elecciones o incitar a la violencia.
Las deep fakes son vídeos o imágenes manipuladas con inteligencia artificial para hacer que parezcan reales, pero con contenido falso. Esto puede implicar poner palabras en la boca de personas famosas o crear situaciones que nunca ocurrieron.
Ambos casos plantean preocupaciones éticas y de seguridad, ya que pueden ser utilizados para difamar a personas o difundir información falsa de manera convincente. Para combatir estos problemas, es importante fomentar la alfabetización digital y la verificación de fuentes.
Por eso, que la llegada de la inteligencia artificial generativa ha convertido a la CONFIANZA en el nuevo recurso escaso.
Columna originalmente publicada en rimaypampa, público.bo, eju.tv, asuntoscentrales y Economy
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